Hay un momento sagrado en la mañana cuando despertamos.
Antes de que se activen nuestras transitadas redes neuronales con la información de la mente: "Soy Pedro, soy gordo, estoy en paro, soy mal amado, soy enfermo de diabetes, soy más alto que Luis, soy inútil, soy increíblemente guapo, soy una persona sin recursos, soy de los intelectuales más brillantes de Alemania", hay un monento infinito, pleno, completo de no identificación con ninguno de estos pensamientos. En ese momento que suele durar no más de cinco segundos, según la profundidad de tu sueño, somos pura consciencia sin etiquetas. Somos reales. Vida sin carteles. En esos segundos sagrados no somos gordos, ni estamos efermos, ni en paro, siquiera somos "Pedro". Percibimos sin consciencia nuestra auténtica identidad. Luego, unos segundos después, cuando vamos hacia la ducha comienzan todos nuestros procesos cerebrales de reconstrucción de lo que llamamos "yo y mi historia". Allí, en estos procesos incosncientes porque no opera en ellos la Consciencia, sino la mente compulsa, asumimos unos falsos roles. De diabético, de enfermo de cáncer, de mujer herida emocionalemente por los hombres, de madre abnegada, de empresario de éxito, de obrero de la construcción etc, etc. Este asumir la realidad a través de la memoria nos da la idea de una falsa identidad y de una falsa percepción de la realidad. Desde estas redes neuronales nos relacionamos con esa cosa informe que llamamos Vida y todas nuestras relaciones están "teñidas" por estas falsas percepciones que son solo pensamientos que pasan por la mente. "Soy Pedro, divorciado, en paro, con un hijo de 14 años, poco agraciado según yo mismo, al que las mujeres desprecian" son todos pensamientos. Son redes neuronales creadas a partir de repetir ciertos pensamientos cientos de veces al día. La "realidad" va por otro lado. La realidad de nosotros mismos está en otra capa de la percepción, muy por debajo de los procesos mentales.Los procesos mentales se dan sin más, sin que medie una reflexión, del mismo modo que digerimos la comida sin poder evitarlo. Así pensamos. Sencillamente nos sucede. No hacemos que suceda.
Nuestros átomos en continuo flujo nos indican que no somos esa estructura sólida que se reinventa todas las mañanas como el protagonista de la misma historia. La misma enfermedad, la misma situación económica, el mismo patrón para relacionarse sentimentalmente. Nuestros átomos casi vacíos en continuo intercambio con el universo nos cuentan otra "historia". ¿Cuando crecemos como Seres-.Humanos? Cuando ese instante sagrado de la mañana, de unos cinco segundos aproximadamente, sin historia, se vuelve "consciente" durante muchos momentos durante el día. Cuando en tu pasar por el día ese estado de "no historia" es el cimiento de casi toda la jornada. Entonces tu día ya no tiene esas cárceles de la adicción a ciertas redes neuronales. soy viejo, soy pobre, soy odiado por Luisa. Te vas librando de esos papeles que no son más que muchos surcos en tu cerebro que cuentan una historia que se repite. Esos surcos en tu cerebro, esas liberaciones de siempre los mismos neuropéptidos son los causantes de que repitas tu realidad durante décadas. No es tu genética, no es tu herencia familiar, no es el entorno. Pero el poder que le das a esas cosas contribuyen a generar esos hábitos de cuerpo, esos hábitos de vida. Son las mismas cantinelas mentales las que te hacen adicto a ser pobre, a tener diabetes, a padecer del colesterol, a repetir el cáncer, a no ser amado como corresponde. Nuestras células, se ha comprobado, se vuelven adictas a las sustancias que surgen de determinadas emociones. Es de peregrina importancia que durante el día transcurras sin más sin esas identidades.
¡ Es lo más importante de tu vida !
La libertad no es que todo te vaya bien. Eso es imposible. Porque tu mente se encargará de buscar problemas en todo. La libertad es que seas consciente de que no eres esas redes neuronales cansinas. Que seas testigo de tus redes neuronales. Que seas testigo de tu diabetes, de tu pobreza, de tu mal de amores. Cuando nos volvemos un testigo sosegado de las sustancias a las que somos adictos, es cuando una Inteligencia más grande a la mente puede operar. Ahí fuera no hay más que el resultado de nuestras redes cerebrales en las que insistimos por defecto. Por eso nunca la mente te traerá la solución a tus problemas. Porque ha dejado de ser un instrumento, ha pasado a ser el amo.
En en la mente no está la libertad ni estará nunca. La mente tiene como trabajo de jornada completa convercerte de que todo está mal en "tu historia". Y tu historia es como una lavadora que se rompe continuamente. Esa libertad, hay que buscarla más allá del pensamiento. Esa libertad está en tu parte trascendente, en tu Ser. Debemos re-crear nuestras redes neuronales para experimentar una realidad mejorada. Para ello solo sirve aprender a relajarse, a meditar, a no ser un animal adicto a determinadas sustancias. A estar en paz, pase lo que pase. Lo que pasa es siempre cambiante.
Nuestros átomos en continuo flujo nos indican que no somos esa estructura sólida que se reinventa todas las mañanas como el protagonista de la misma historia. La misma enfermedad, la misma situación económica, el mismo patrón para relacionarse sentimentalmente. Nuestros átomos casi vacíos en continuo intercambio con el universo nos cuentan otra "historia". ¿Cuando crecemos como Seres-.Humanos? Cuando ese instante sagrado de la mañana, de unos cinco segundos aproximadamente, sin historia, se vuelve "consciente" durante muchos momentos durante el día. Cuando en tu pasar por el día ese estado de "no historia" es el cimiento de casi toda la jornada. Entonces tu día ya no tiene esas cárceles de la adicción a ciertas redes neuronales. soy viejo, soy pobre, soy odiado por Luisa. Te vas librando de esos papeles que no son más que muchos surcos en tu cerebro que cuentan una historia que se repite. Esos surcos en tu cerebro, esas liberaciones de siempre los mismos neuropéptidos son los causantes de que repitas tu realidad durante décadas. No es tu genética, no es tu herencia familiar, no es el entorno. Pero el poder que le das a esas cosas contribuyen a generar esos hábitos de cuerpo, esos hábitos de vida. Son las mismas cantinelas mentales las que te hacen adicto a ser pobre, a tener diabetes, a padecer del colesterol, a repetir el cáncer, a no ser amado como corresponde. Nuestras células, se ha comprobado, se vuelven adictas a las sustancias que surgen de determinadas emociones. Es de peregrina importancia que durante el día transcurras sin más sin esas identidades.
¡ Es lo más importante de tu vida !
La libertad no es que todo te vaya bien. Eso es imposible. Porque tu mente se encargará de buscar problemas en todo. La libertad es que seas consciente de que no eres esas redes neuronales cansinas. Que seas testigo de tus redes neuronales. Que seas testigo de tu diabetes, de tu pobreza, de tu mal de amores. Cuando nos volvemos un testigo sosegado de las sustancias a las que somos adictos, es cuando una Inteligencia más grande a la mente puede operar. Ahí fuera no hay más que el resultado de nuestras redes cerebrales en las que insistimos por defecto. Por eso nunca la mente te traerá la solución a tus problemas. Porque ha dejado de ser un instrumento, ha pasado a ser el amo.
En en la mente no está la libertad ni estará nunca. La mente tiene como trabajo de jornada completa convercerte de que todo está mal en "tu historia". Y tu historia es como una lavadora que se rompe continuamente. Esa libertad, hay que buscarla más allá del pensamiento. Esa libertad está en tu parte trascendente, en tu Ser. Debemos re-crear nuestras redes neuronales para experimentar una realidad mejorada. Para ello solo sirve aprender a relajarse, a meditar, a no ser un animal adicto a determinadas sustancias. A estar en paz, pase lo que pase. Lo que pasa es siempre cambiante.
Cuida con amor ese instante sagrado por la mañana en la que solo eres Vida sin fronteras, sin enfermedad, ni circusntancia, sin adicciones. Tús células obedecerán estos nuevos mandatos y crearán un nuevo cuerpo, una nueva realidad, poco a poco. Una red neuronal mejorada necesita mínimo treinta días para crearse y reemplazar a otra. Es decir que tienes que pensar en la salud o en la prosperidad mínimo 30 días, y muchas veces al día para que tu cuerpo físico y tu cuerpo ampliado (lo que llamamos "mi situación") comience a manifestar un nuevo patrón. En ningún otro momento del día eres más tú mismo que en esos cinco segundos de la mañana.