Estimados lectores: no sabéis la grata sorpresa que me he llevado al ver en un mismo número dos artículos que aparentemente no están relacionados entre sí, pero que para mí como sobreviviente del cáncer y como amante de la física cuántica, sin que esta sea mi profesión, comulgan entre sí y están íntimamente relacionadas. Admiro profundamente el trabajo del doctor Germa y su aportación al conocimiento, a la certidumbre, no a la mera esperanza, no a la ilusión banal, de que el cáncer efectivamente puede curarse, dentro de un marco de condiciones adecuadas para ello: el tratamiento farmacológico adecuado, el centro adecuado, la actitud del paciente adecuado, es decir su deseo insoslayable de curarse y el conocimiento evolutivo, óptimo, disciplinado, pertinaz y valiente que tanto médico como paciente deben tener para eliminar al cáncer del cuerpo. La física cuántica nos demuestra ya hace bastante tiempo, no desde ayer, que el átomo se compone casi en un 99,999 por ciento de
espacio vacío, vacío que como relata el artículo del Cern, es aún un misterio para la ciencia, pero que en verdad "existe". La lógica elemental me ha llevado a pensar y a conocer cuando estaba enferma de cáncer, que el cuerpo humano está formado por átomos, los cuales a su vez están formados por partículas que a veces se comportan como partículas y otras como ondas y que el solo hecho de obsevarlas puede influenciar en ellas, que el cuerpo humano no es una estructura estática, rígida y sólida. Como lo demuestra la física cuántica, el concepto de "sólido" siquiera es real, ya que toda la materia es en su estado esencial es energía e información, por ende el cuerpo humano está compuesto en "realidad" por energía e información y no de materia sólida. Cuando mi médico me dijo que tenía cáncer, usé la quimioterapia y la radioterapia para curarme, también usé la ilusión de vivir y una gran tenacidad para enfrentar la nocividad secundaria de los tratamientos que me curaron ,
pero lo más importante que usé para curarme del cáncer fue la confianza total en el conocimiento científico de que un tumor maligno y uno benigno en su estado esencial, más allá del escenario tremendamente enorme de la célula y del ADN, comparten una misma física de partículas, una misma red de inteligencia cuántica que puede variar y modificarse, una misma red de vacío misterioso. Del mismo modo que todos los días no tenemos la "esperanza", la leve "ilusión" de que al día siguiente seguirá operando en nuestras vidas la fuerza de la gravedad, sino que todos compartimos colectivamente la certidumbre, el conocimiento sobre que habrá gravedad al día siguiente, del mismo modo brego por un futuro , sobretodo por un presente en que los médicos tengan el suficiente sentido común, la tenacidad y la alegría que comparten el Doctor Germa y los científicos del Cern, para aunar ambos conocimientos que solo difieren en una cuestión de "escala", más no de especie, ya que por obviedad
podemos llegar, sin ser científicos, a la conclusión de que el cáncer está hecho de partículas igual que todo lo demás. Vivo con la ilusión de que la física cuántica sea algún día materia de estudio obligado en los colegios, que todos los médicos tengan nociones básicas sobre el material de que están hechos los cuerpos que curan y que el tremendo tabú del cáncer como sentencia de muerte se erradique totalmente gracias a médicos como el Doctor Germa y a científicos como los del Cern. Gracias.
María Cristina Bergoglio. Madrid
Gracias por tu testimonio... comparto tu amor por la física cuántica, y esas ganas de saber qué somos realmente...
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