Cualquier situación dolorosa que experimentes ahora está ahí para
señalarte tu libertad. Cualquier tipo de contraste que estés experimentando,
falta de salud, de dinero, de buenas relaciones está ahí para algo. No es
fortuita esa aparente carencia. Ese contraste existe para que descubras la
parte de ti que es infinita e inmortal, tu yo invisible, del que nace toda la
experiencia. Si en este momento experimentas algún tipo de hostilidad en el
cuerpo o en tu mundo, eso no es obra del destino, no es obra de ningún Dios
maligno, no es obra de la fortuna. Es obra de tu propio pensamiento. Tu mundo
actual es obra de tu propio pensamiento. Estás aquí para pasar de un estado
espiritual de inconsciencia, de reacción por todo para pasar a un estado de
total comprensión de porque te pasa lo que te pasa en el mundo de la
experiencia. Hasta que no estés absolutamente cómodo con todo lo que te pasa,
tu trabajo espiritual continuará experimentando dolor y sufrimiento que tú
mismo te produces sin darte cuenta. Todo tu sufrimiento está mucho más
exagerado que la situación que lo produce, es casi en un 99 por ciento
pensamiento estresante alrededor de “la situación” que ocupa quizás menos del 1
por ciento. “Tengo cinco euros en la cuenta bancaria” es el “hecho”. “Estoy
arruinado y en bancarrota y toda mi vida se derrumba” es un pensamiento
estresante alrededor de la situación que no es ni buena ni mala, es neutra.
Todo lo que pasa siempre es la Vida Perfecta. Te guste o no, lo entiendas o no,
jamás pasa nada “malo”, es lo que es. Es lo que tiene que pasar para que
evoluciones internamente y una vida sin evolución interna jamás florece. Es
como un botón de rosa que jamás se abre. "Estoy en el hospital y eso es malo" ¿Es totalmente cierto eso? ¿Lo has indagado realmente? La Vida siempre es neutra y siempre es
perfecta. Estar en el hospital no es peor que no estar en el hospital. No es la
primera situación mala y la segunda buena. Esas divisiones solo las hace la
mente. Es lo que te tiene que pasar ahora para experimentar tu propio
florecimiento. Estar en el hospital muchas veces , una vez por cáncer, fue una
de las mejores cosas que me han pasado hace algunos años. Aprendí a sanar muy
rápidamente de una cirugía muy grande y pude hacer una práctica de cómo
restablecerse de una gran cirugía en dos semanas en lugar de seis meses como me
dijeron los médicos. También experimenté mucho amor de muchísimas personas, más
de las que creía y aprendí a rebajar el dolor solo con visualizaciones. Me
divorcié entre otras cosas porque el dolor físico que experimenté con una
lesión me llevaba a quejarme casi todo el día y a ir a urgencias hospitalarias
una vez por la mañana y otra por la tarde. Luego aprendí a dejar de ser una
persona quejica y a controlar el dolor con ejercicio y calmantes, luego ya
aprendí a no tener dolor y a viajar con cualquier persona no solo no siendo
quejica, sino siendo la que menos se queja en el viaje. Tuve que pasar por esas
situaciones aparentemente “malas” para poder enseñar a otras personas a hacer
lo mismo. Y enseñar a otras personas a curarse a sí mismas y a no quejarse
(cuando antes era todo quejas) es la mejor experiencia que tenido hasta ahora,
más allá de los premios y de las relaciones románticas. Entonces ¿fue malo
estar en el hospital? No, no solo no fue malo sino que me llenó de gratitud y
de propósito. Nada de lo que nos pasa en la vida es inoportuno, malo o
inconveniente. Es siempre perfecto. Nosotros mismos nos creamos esa experiencia
a veces incómoda, pero no “mala” para aprender lecciones espirituales que de
otro modo no aprenderíamos. Si somos personas muy poco profundas para vivir y
solo vivimos en la superficie, si no nos interesa tener un propósito
trascendente, como todos tenemos latente en nuestro corazón es probable que
experimentemos algún tipo de pérdida más importante de lo “normal”. Esa
pérdida, ese inconveniente no están ahí para fustigarnos. Es exactamente lo que
necesitamos experimentar para ser más nosotros mismos, más bellos como
criaturas espirituales y humanas, más expresivos en nuestra grandeza
primigenia. Si somos muy tendientes a victimizarnos por todo, es probable que
también nos generemos algún tipo importante de frustración para poder recuperar
nuestro poder. Nosotros creamos nuestro mundo con nuestra actitud. ¿Quién dijo
que es obligatorio tener dos piernas para ser feliz? Probablemente tú solo
necesitas Quién dijo que hay que es obligatorio ser madre
biológica para realizarse? Yo no tengo útero y sin embargo hago de mamá de
muchas mujeres a las que puedo ayudar a amarse a sí mismas y a los demás. Solo
un hijo no me daría jamás esa experiencia de ser testigo de una mujer que es
maltratada y pasa a ser una mujer poderosa. ¿Quién dijo que no tener novio es
motivo de falta de amor? La madre Teresa de Calcuta era una mujer que daba y
recibía amor a chorros y movía cantidades de dinero impresionantes sin ella necesitar
demasiado. Pero era rica. Si solo tienes brazos, más no piernas….va contra la
estadística sí, pero eres perfecto igual. Es lo que necesitas para expresar el
amor infinito que eres. Si ahora pasas una situación menos que deseable, no
eres el único. Solo que te estarás fijando en los que no están como tú y
compadeciéndote. Por supuesto no estás pensando en todos los que sí están como
tú en estos momentos o peor. No estás mal, solo estás perfecto. Estás incómodo
porque no ves aún el diamante está guardado en esta situación. Cuando descubras
el diamante oculto debajo de cualquier situación no placentera, te llenarás de
propósito y no considerarás jamás “mala” una situación, serás un láser hallando
oportunidades dónde otros solo encuentran quejidos. Y descubrirás que casi el
95 por ciento de tu pensamiento con respecto a la situación es añadido por el
estrés. Estás en el hospital,vale. Pero no digas que estás “sin tu vida”, solo
estás en un hospital experimentando tu grandeza. Estás ahí quizás para ayudar a
otras personas a estar mejor. No es casual que estés al lado de ese enfermo y
próximo a aquel otro. Quizás tu palabra les ayude. Ahora si solo te centras en
ti y en tu dolor, pues no podrás ayudar ni ver la maravilla de lo que te está
pasando. Si solo hablas de tu dolor y de lo mal que estás no podrás mejorar.
Está bien sentirse triste, dolorido, aburrido, cansado….eso es humano. Pero
solo un rato en el día, luego ya puedes remontar y ayudarte y ayudar. Date una
hora al día para quejarte mucho y
sentirte francamente mal. Tienes derecho al berrinche, a estar enfadado. Pero
luego colabora con tu sanación centrándote en todo lo divertido que puedes
hallar en el hospital. A mí me encantaba la peluquería móvil. Le pedía a la
peluquera que me hiciera peinados y luego salía al pasillo a mostrar el peinado
nuevo a los otros pacientes. ¿Tienes mal aspecto? No, solo tienes un aspecto
distinto al que conoces. Es bueno de vez en cuando no vernos tan guapos, para
poder darnos cuenta que toda forma externa es siempre susceptible de cambio,
pero darte cuenta de tu belleza real, del Ser que eres, hará que tu aspecto
externo se acople y mejore rápidamente. Si ahora estás hospitalizado no es una
situación mala, no estás fuera de juego, estás en pleno juego, en plena forma vital.
De tu actitud allí se decantarán muchas cosas en tu futuro. No malgastes esa
experiencia negándola, diciendo a todo el mundo que deseas salir de allí sino
que aprovecha las visitas, conocer a otros enfermos y sus vidas, a las
enfermeras para descubrir que puedes ser un ser útil a otros. Quizás un día
fundes un hospital y sea lo mejor que te ha pasado en la vida. Quizás seas
importante en la vida de tu médico.
Cuando salgas del hospital recuerda que no viviste “una mala racha” ni un
“mal momento. Viviste una bellísima oportunidad de crecimiento. Saluda a los
árboles y a los pájaros y diles “disculpad, antes no reparaba en vosotros”.
Pide perdón a alguien que merece que le pidas perdón y que quizás no ves en
años. Saluda al sol. Saluda a la gente en la calle. Sé más grande que antes de
entrar en el hospital. Más sereno, más dadivoso, más sabio. Enseña a tus amigos
a no preocuparse por nimiedades. Escribe un libro si es necesario. Conozco
mucha gente que se ha curado de enfermedades muy serias y ha comentado toda
esta transformación en un libro. Pero si haces de esta experiencia un motivo de
autocompasión, de cerramiento, de dolor y de negación, saldrás más oscuro que
en lugar de más luminoso.
Muchas personas en el planeta no tienen
paciencia ni ninguna experiencia con la paciencia. Una gran virtud del
espíritu. Esas personas suelen tener que vivir una rehabilitación para aprender
justamente el enorme poder de la paciencia. Quieren todo rápido, son como niños
a los que siempre se les está negando el juguete, entonces ellos mismos se
generan una rehabilitación para aprender a ir poco a poco, celebrando cada
pasito diario…cuando logran ser pacientes, la recuperación se da velozmente.
Todo lo que aprendemos una vez, luego ya no es necesario volverlo a
experimentar.
El dolor es solo dolor hasta que se lo
entiende. Es solo resistencia. El dolor físico puede calmarse cuando se calma
el dolor interno. Si en este momento tienes muchos dolor físico, puedes
practicar esto: vive con intensidad el dolor, no reprimas las lágrimas y
amígate a ese dolor.... piensa en un árbol, sí aunque te duela mucho, y pídele
que te calme. Amigarse al dolor lo transforma. Amigarte a lo que te esté
pasando es la única manera de transformarlo. Negarlo, diciendo a todo el mundo
que tuviste mala suerte, es seguir recreándote en el dolor y no aprender la
lección. No te fijes con envidia en los que están fuera del hospital, ellos
también tienen sus retos. Todo el mundo, todo el mundo se crea retos
espirituales para ser el humano que está destinado a ser. Así que no sientas
envidia por la gente que ves a través de la ventana. Si alguien me ve en la
calle jamás imagina que estuve en el hospital muchas veces. Y desde el
hospital, quizás me envidie. Eso lo hace la mente egotista, pensando solo en el
yo y su historia. Si eres una persona que quiere estar en tres sitios a la vez,
con diez personas a la vez y todo a mil por hora, es probable que te generes a
ti mismo un parón vital para aprender a priorizar cosas y a disfrutarlas. No
estás estancado, no estás parado, no estás fuera de tu vida, estás
experimentando tu grandeza a través de una experiencia más: estar en el
hospital en lugar de estar en la calle. Serás mejor humano, más hermoso, más
encaminados tus dones y talentos, más lleno de dirección y propósito cuando
salgas, menos superficial, más generoso, más profundo, más agradecido, más
magnético, menos mediocre como la mayoría que se queja todo el día de todo.
Todo el mundo, todo el mundo viene a florecer y a brindar sus talentos a los
demás, esta experiencia del hospital es un lujo que suelen experimentar los más
talentosos.
Yo volvería a tener cáncer y a pasar por
todo lo que pasé porque eso me hizo alguien que ha dejado la queja compulsa y
pule a diario su talento. He descubierto en el servicio un placer que no me ha
dado ni el sexo, ni el éxito ni los
viajes, aún así disfruto de todas esas cosas. Y he aprendido a manejar mi
enfermedad y dialogar con ella, para saber qué me quiere decir el cuerpo cuando
se pone enfermo. Me curo más rápido que antes, cuando escucho los mensajes de
mi cuerpo.
Estar en un hospital es una de las
experiencias más enriquecedoras que un humano puede tener si saber ver el oro
debajo de las cenizas.
No te quejes con tus visitas. Halágales.
Ofrece tu ayuda, un piropo, una atención y verás cómo te curas más rápido. Has
de cada rehabilitación una celebración. Cada avance es una celebración. Estás
ahí para brillar como ser espiritual con
experiencia humana que es lo que uno es finalmente. Todos venimos a mejorar.
Todos venimos a dejar de ver enemigos dónde no los hay. Los enemigos siempre
están en nuestra mente. “Ahí fuera” solo hay un montón de átomos que crean
formas, algunas formas son personas, otras son animales, otros son cosas, pero
no dejan de ser partículas neutras. Nosotros somos los que interpretamos las
experiencias como buenas o malas. Todas son neutras. Una persona consciente ve
el paraíso en el infierno. Un hospital es finalmente una fiesta a la que fuiste
invitado para salir como un humano mejorado. No es una situación hostil. Todo
es una fiesta. Puede que no estés cómodo como en una suite en París, pero
conozco personas que hacen de su vida un infierno aún estando en una suite en
París. Y otros que hacen de su vida un paraíso aún estando en un hospital. La
vida siempre es benigna cuando hacemos del momento presente nuestro amigo. Si decides que el momento presente es tu amigo, da igual dónde estés. Ya no hay enemigos,
ya no hay hostilidad. Un hospital es un paraíso como cualquier otro sitio.
Porque todo sitio se puede convertir en un paraíso si limpiamos las ventanas de
la percepción de lo que llamamos “realidad”. Siempre la vida está de nuestra parte. Siempre ha sido así. Jamás tuvimos un solo problema. Solo retos que llamamos problemas porque eso nos enseñaron a ver: en cada reto algo ilusorio que llamamos "un problema". Solo existe un "problema" cuando discutimos con la realidad. La realidad subyacente a todo problema es paz. Siempre fuimos, somos y seremos paz.