El artista que ha de venir (I)
EL SIGNIFICADO FINAL
Crear es una forma de meditación, de conexión absoluta con nuestro verdadero Yo que está libre de las ataduras de la mente: preocupación por la subsistencia, por la aprobación ajena hacia nuestra valía, por si somos amados o no. La mente que está en el estadio de la creación es una mente poderosa porque ha conectado con su verdadero potencial, está totalmente en el presente y esa disponibilidad para estar atento al presente es el acto más digno y alto de que puede alcanzar la consciencia humana. Yo busco sanar a través de mi arte. Cualquier manifestación artística tiene que producir una alquimia en el que es recipiente de ese arte. Pero sólo un artista anclado en la profunda humildad del conocimiento de sí mismo, puede crear desde una napa más profunda al ego y sus continuas conversaciones sobre su superioridad por encima del resto de las criaturas. La ciencia lleva décadas demostrando la perfecta igualdad del universo, su simultaneidad y interconexión entre sus partes, pese a la miope experiencia sensorial.
El artista genio presenta un equilibrio entre los dos hemisferios cerebrales; pero sobre todo ha desarrollado el derecho y por ello incide en el homónimo del público. La capa intelectual desde la que crea incluye el uso de las facultades intelectuales menos usadas por las masas: la imaginación y la intuición. Factores claves de la inteligencia profunda.
Eso es inteligencia plena. Carece de relevancia la técnica, la dicción o el buen uso del idioma si el artista no logra acceder al subconsciente de la persona que contempla, escucha o lee.
Cualquier expresión del arte ha de prescindir del ego humano como epicentro. Se requiere otra clase de literatura, otro cine, otra pintura, que eleve la autenticidad del hombre. Es más fácil escribir o pintar el dolor humano, pero eso no es lo que se necesita socialmente. El desafío es crear firmemente sobre un hombre nuevo, más evolutivo, sin que el artista tienda a la cursilería ni que caiga en lugares comunes. Los crímenes, el dolor, el sexo visceral atraen mucho, pero forman parte de la vieja consciencia. La idea de futuro es que los artistas ayuden a que el hombre evolucione y viva en plenitud..
La concepción del tiempo que viene exige el estudio profundo y desapasionado del ego humano. Subsiste en la sociedad el papel arquetípico de la persona culta; papel especialmente interpretado en Europa. Cuesta erradicar los modelos ancestrales, con un ego exclusivista. Pero el creador que esté demasiado identificado con su falso yo será incapaz de canalizar una obra que transforme.
El ego rige las creaciones en el humano que continúa preguntándose quién o qué es. Encontrar a un creador que sea natural, que no se sienta superior a otras criaturas, que comprenda la naturaleza vacua del átomo que lo compone, que tenga autoestima y humildad al mismo tiempo, es aún difícil porque prima el viejo paradigma de pensamiento que se basa en que todo es de génesis externa.
En las próximas décadas el creador que no conozca las leyes
universales, que no tenga cosmovisión ni sea natural, no hará una obra que permanezca. Los humanos únicamente somos inteligencia finita expresando inteligencia infinita, no estamos por encima ni por debajo de ninguna otra criatura, siquiera estamos separados de ellas; tal consideración es sólo un informe de nuestros acotados sentidos y nuestro condicionamiento social y personal.
El artista tiene que hacer lo que de él se solicita sin confundirse o perderse
en el papel de artista o de ser culto. No es eso. Es la conciencia pura detrás de esos personajes que el alma va cambiando como si fueran vestidos. La obra del artista carece de trascendencia personal porque es la Vida la su creadora, y el artista es Vida.
Sin ego la vida aparece tal cual es. Sin las obstinadas interpretaciones de la mente que todo lo divide y juzga la vida es infinita, igual en todas sus partes, sin costuras, sin fragmentar, sin divisiones absurdas que sólo la mente inmadura provoca. Sin partes superiores a otras. En un universo interconectado y simultáneo como parece ser el universo que habitamos, ninguna parte es superior a otra porque ni siquiera existe el concepto ‘una parte y otra’, ya que todo el universo está ocurriendo simultáneamente sin distinción de lugar.
Se necesita un nuevo artista, más informado científicamente, con una humildad producto de su entrega al conocimiento de sí mismo, a la averiguación de su verdadero yo y no sólo de su personalidad finita. Es necesario un artista anclado en el Ser y a su vez capaz de expresar al Ser individualmente.
Cristina Bergoglio
No hay comentarios:
Publicar un comentario