Cuando piensas en una galaxia, en una montaña, en un bello pájaro, en un delfín, en una secuoya gigante, en una catarata lo que te viene a la mente es una sensación de recogimiento, de extrema devoción hacia ese diseño de la existencia. No sabes quién lo creó, no sabrás nunca la verdadera identidad de esa excelsa inteligencia. Solo sabes que eso que te conmueve es Belleza pura. No lo juzgas, no eres capaz de juzgar a la Vía Láctea ni a la nebulosa de Andrómeda. No hay ego cuando te sobrecoges al observar el Gran Cañón del Colorado o una playa infinita bordeando a un mar infinito, eso que sientes por esas obras maestras del diseño Universal es tu autoestima proyectada. Es una autoestima inconsciente. Es una sincronicidad entre tu Belleza y la Belleza. La verdadera autoestima no es verte a ti mismo como superior a los demás diseños humanos sino una apreciación limpia de juicios hacia tu inconmensurable belleza. Seas quien seas, no hay otro u otra como tú en toda la existencia. Esta información te da derecho a sentir lo que siente un delfín cuando piensa de sí mismo. No conocerás un delfín que se compare con otros, que dude de su capacidad para nadar y tocar su cumbre como criatura del océano. Eso es lo que siente una montaña dominando el horizonte, es lo que siente una mitocondria en una célula, es lo que siente una cigota, es lo que siente un árbol y una pantera. Ellos no tienen un ego que juzga la Vida por debajo de todas las formas como bueno o malo. Esas formas de inteligencia universal, esos diseños maravillosos jamás temen por lo que pensarán los vecinos ni dudan de su capacidad. Una rosa sabe perfectamente que tocará su cumbre como rosa. No duda si no llueve, no se va de la tierra frustrada porque no llueve....espera a que la próxima lluvia le de la nutrición necesaria. Ella tiene la autoestima suficiente como para saber esperar. Espera no porque esté resignada. Espera una nueva lluvia porque sabe y sabe porque ella jamás ha dudado de su plenitud, pese al viento, pese a la sequía, pese a los depredadores, ella se ama tanto a sí misma que su visión como Rosa la guía siempre cada acción que toma como vegetal. Por eso no la verás claudicar en su sueño de ser un día una rosa florecida y fragante. Esa autoestima la tenemos todos los humanos, pero eclipsada por el ego y la hipnosis del condicionamiento social. Desconocemos nuestraverdadera realidad y es que somos el mismo material que construye a la rosa y a la galaxia. ¿Te parece tonta una galaxia con cientos de soles? ¿ Serías capaz de juzgar a la Vía Láctea? No puedes, porque ese juicio te parece absurdo. Pues eres eso mismo. Y el otro al que juzgamos es lo mismo también. Tu materia es su material. Tu material es la rosa. Y el otro al que juzgamos es también la rosa, es también la galaxia, pero no lo vemos porque el ego te dirá siempre que el otro no es bello, que tú no eres bello. La autoestima comienza al reparar de modo intelectual primero, y luego de modo experimental, que tú y cualquier otra forma de vida comparten el mismo destino, el mismo origen y el mismo material. No debes convencerte de que debes amarte, debes "saber" que ya eres amor y en lugar de amarte, debes quitar todos los obstáculos que te eclipsan esto que ya sabes en un nivel profundo: eres único e irrepetible y tu cumbre es tu derecho y también es tu obligación. La galaxia toca su clímax porque jamás ha dudado de su capacidad para seguir una elipse, para contener soles, para llenarse de vida terrestre y quizás extraterrestre. No te amas si tienes que aceptarte pese a todo , solo te amas cuando sabes lo que eres. Y lo que eres no tiene ni remota conexión con lo que piensan tus padres de ti, ni los vecinos de ti, ni tu ex-pareja de ti, ni el gobierno de ti, ni los médicos de ti. Lo que eres trasciende todo concepto, todo juicio, toda etiqueta del ego humano. Eres esa consciencia que existe por debajo de todo lo visto. Eres la Vida que anima todas las formas. Solo cuando esto sea experiencia, la autoestima será real. Entonces ya no necesitarás luchar para demostrar tu valor porque tu valor se da por sentado, del mismo modo que un cielo estrellado te estremece en una noche despejada. Eso que te estremece es tu autoestima proyectada. Has hallado el espacio dónde ningún juicio es posible. Has entrado a saco en la Vida y si logras sentir que eres Vida única debajo de todas las formas, has tocado la cumbre de tu autoestima y a su vez una profunda humildad, la de saber que pese a tu diseño único, todas las formas de la existencia tienen la misma fuente. Por eso autoestima y humildad son lo mism
o.
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