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miércoles, 4 de noviembre de 2009

QUIEN SOY. LA TAREA EN LA VIDA

La sabiduría védica de la India, dice que los humanos sufrimos por estas razones.

No sabemos quiénes somos en realidad

Nos identificamos con nuestro ego o máscara social, quien creemos ser

Nos acobardamos ante lo efímero e irreal, ante lo pasajero

Le tememos a la muerte y al cambio

Pero podemos decir que todas las causas están contenidas en la primera: en realidad no sabemos quiénes somos, y mejor dicho no sabemos: qué somos.

Si te pregunto ¿quién eres? La repuesta puede ser algo así: Me llamo fulano de tal, soy médico, soy ama de casa, mido 1,80 m, soy padre de tres hijos, soy ingeniero, soy de Ucrania, etc. Puede que te identifiques también con tu cuerpo y pienses que eres una máquina física y sólida que tuvo una fecha de nacimiento, y que está condenada a la entropía y al sufrimiento.

Sin embargo los físicos que estudian “qué es todo”, porque para eso están, nos revelan que el mundo físico no es sólido en absoluto, sino un caos de energía e información que se renueva constantemente. ¿Entonces porqué llamas tuyo a tu cuerpo y no llamas tuyo también al árbol que existe al otro lado de la ventana, a las estrellas, a las otras personas, a los animales, a toda la creación? Porque no nos han enseñado a vernos como realmente somos y le creemos a la experiencia sensorial y la tomamos como la prueba definitiva de lo que llamamos “realidad”. Sin embargo nuestra percepción de la tierra cuando experimentamos la vida es que es plana, pero todos sabemos que la tierra es redonda. También tenemos nociones sobre que el sol sale por el este y se pone por el oeste, pero esto nos son más que convenciones sociales que acordamos colectivamente para experimentar el mundo físico. Si somos capaces de comprender que del mismo modo que aceptamos socialmente que la tierra “parece plana” pero no lo es en realidad, y que las nociones de “arriba, abajo, este u oeste, norte o sur” son convencionalismos creados en la mente…también estamos en condiciones de aceptar que lo que llamamos “mundo físico” quizás no sea lo que creamos, y sea sólo una superstición que nos han enseñado nuestros educadores. Quizás no deberíamos confiar tanto en nuestros sentidos. Hoy estamos en condiciones de experimentar por derecho propio que la tierra es redonda, más no plana como se creía hace siglos. Te subes a un transnbordador espacial y puedes observar que esto es así, por experiencia propia sin que “creer en ello ciengamente”. Con la misma lógica, tú puedes experimentar quién eres en realidad y qué es la realidad si profundizas en el mundo de las partículas que crean todo eso con lo que convives a diario. Quizás no puedas crearte un acelerador de partículas casero y observar en estado puro las leyes del Universo (aunque el científico Michio kaku creó uno en su casa cuando era un joven estudiante!!), pero del mismo modo que no te subes al transbordador espacial para conocer por experiencia propia, que la tierra es redonda en lugar de plana como nos revelan los sentidos, puedes confiar en las personas que estudian al universo y sus leyes. Tampoco sabes por experiencia propia qué es exactamente la electricidad, sin embargo si yo te digo que la electricidad “no existe”, no me harás caso ya que la electricidad participa de tu existencia cotidiana y es parte de un conocimiento que tienes y experimentas, más no una creencia. Esto mismo razonamiento puedes llevarlo a todo aquello que crees en contraposición de todo aquello que sabes. ¿Porqué no convertir en un conocimiento quienes somos en realidad en lugar de creer ciegamente?

El tú esencial, el tú real existe como un ámbito de consciencia pura. Eres todos los cuerpos, todos los pensamientos, todos los objetos, todo lo que percibes en tu experiencia sensorial, sólo que no lo sabes. Y no lo sabes porque no te lo han enseñado. En un nivel profundo, allende al mundo de las formas, eres el Ser y no estás en ninguna parte y a la vez estás en todas partes. No existe otro tú, que el cosmos entero. Sé que este concepto es un poco abstracto, sin embargo si persistes en tu aprendizaje, este concepto puede elevar tu consciencia y esclarecerte mucho sobre quién eres en realidad. La consciencia infinita que se observa a sí misma crea la idea de observador, el proceso de observación entre el mundo y la consciencia es la mente, y el resultado de esa observación es el universo físico o mundo. El movimiento de esas relaciones crea sucesos y a eso le llamamos “tiempo”. El intelecto le cree a la experiencia sensorial de modo irrefutable y nos aprisiona en una red sofocante de tiempo, espacio y causalidad. En otras palabras el intelecto confunde la imagen de lo que “es” con lo que “es en realidad”.

Para quien está atrapado en la jaula del intelecto, todo es sufrimiento. Separamos al observador de lo observado y creemos ciegamente en los sentidos que nos revelan que “allí fuera” existe un mundo objetivo lleno de injusticias, de dolor, de maldad, de dualidad. Este es el comienzo del miedo, desde las pequeñas frustraciones diarias, hasta las guerras, el terrorismo, los fundamentalismos religiosos y todo lo que llamamos: el horror de la humanidad.

Pero la causa de este sufrimiento puede ser evitada, venciendo la tiranía de los sentidos y destruyendo la ignorancia para conectar con nuestra verdadera naturaleza que es ilimitada, poderosa y libre. Para que esto ocurra no es necesario suscribirse a ninguna secta ni organismo ni portar un cúmulo de creencias morales, sencillamente lo podemos experimentar por nosotros mismos estudiando y aprendiendo cada día algo nuevo.

La palabra clave es “inclusivo”. Todo el universo acontece en nosotros, aunque creamos que todo es “exclusivo” es decir fuera de nosotros. Todo el Universo es nosotros. El mundo es una sopa cuántica que digerimos con los sentidos y la “estabilizamos” con nuestros pensamientos y emociones. Así nace nuestro universo físico y lo que llamamos “circunstancias”, pero quienes somos en realidad está allende al mundo de las dualidades, al mundo de las creencias, al mundo de nuestras adicciones emocionales.

Lo que llamamos una persona, es un patrón pasajero de conducta del campo cuántico. Si crees que eres “una persona”, verás personas por todas partes y eso te llevará a juzgarlas. Pero si dejas de verte como una persona, sino como el espíritu o consciencia pura que habita en todo, tu percepción de lo que llamas “otros” se verá alterada y podrás reconocerte en el espejo de las relaciones. Te sientes identificado con quienes tienen cualidades con las que te sientes bien, y te sientes irritado con quienes tienen aspectos que niegas de ti mismo.

Nos volvemos atractivos cuando amamos nuestras luces y nuestras sombras y conocemos por experiencia propia que somos todos aquellos seres que nos irritan y molestan. De ese modo vencemos la tiranía de los sentidos y la ilusión del ego que nos lleva a juzgar a los demás. Es cuando comienza a iluminarse el intelecto y nace lo que llamo: “el dador cuántico”. El dador cuántico ya no necesita reparar los errores de los otros ni ajusticiar el mundo porque conoce que el mundo está en él. Su tarea en la vida consiste en iluminar la habitación de la consciencia en la que habita e intentar abarcar cada vez más toda la mansión elevando su nivel de entendimiento y así eleva el nivel de entendimiento de los demás. El dador cuántico es cualitativamente diferente al luchador. El luchador está preso en un mundo confinado de creencias, el dador cuántico se reestructura a sí mismo todos los días y vence estos límites. El dador cuántico no pertenece a grupos, ni organismos, ni academias, ni sectas, ni a ideologías. No puede. Porque conoce que todo eso va en contra de la evolución del Universo. No lucha contra la injusticia del mundo, sino que ilumina la mente que cree en la injusticia del mundo. El dador cuántico se reconoce en todo el universo y la idea de juzgar a otro humano, no es posible. Su acción es eficaz, sin estrés, sin prisas, sin dolor, sin posturas rígidas. Su mente está alineada con la mente universal. Cualquier concepto de lucha va en contra la esencia del Universo.

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